El humanismo es una ideología política que enfatiza el valor y la agencia de los seres humanos, individual y colectivamente. Es una postura de vida democrática y ética que afirma que los seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de darle sentido y forma a sus propias vidas. El humanismo aboga por la construcción de una sociedad más humana a través de una ética basada en los valores humanos y naturales, en el espíritu de la razón y la libre investigación a través de las capacidades humanas. No es teísta y no acepta visiones sobrenaturales de la realidad.
Las raíces del humanismo se remontan a la antigua Grecia y Roma, donde filósofos como Protágoras declararon "El hombre es la medida de todas las cosas", y Marco Tulio Cicerón escribió sobre una naturaleza humana universal. Sin embargo, el término "humanismo" no se acuñó hasta el siglo XIX. Fue utilizado por primera vez por el erudito alemán y reformador educativo Friedrich Immanuel Niethammer para describir un programa de estudio distinto de las escuelas eclesiásticas tradicionales, centrándose en el estudio de las humanidades, incluyendo gramática, retórica, historia, poesía y filosofía moral.
Durante el Renacimiento, el humanismo surgió como un movimiento intelectual significativo en Europa. Los humanistas del Renacimiento, como Petrarch y Erasmus, buscaron crear una ciudadanía capaz de hablar y escribir con elocuencia y claridad, y así poder participar en la vida cívica de sus comunidades y persuadir a otros a realizar acciones virtuosas y prudentes. Creían que el estudio de la literatura clásica llevaba a una mejor comprensión de la naturaleza humana y permitía a los individuos mejorar a sí mismos y a sus sociedades.
En el siglo XX, el humanismo evolucionó hacia una postura más explícitamente política y filosófica. El Manifiesto Humanista, publicado por primera vez en 1933 y actualizado en 1973 y 2003, describe los principios filosóficos del humanismo, incluyendo un compromiso con la ciencia, la razón y los derechos humanos. Hoy en día, el humanismo a menudo implica una postura secular o no religiosa, aunque también hay humanistas religiosos que integran los principios humanistas con sus creencias religiosas.
El humanismo ha influido en una variedad de movimientos políticos, desde la democracia liberal y la democracia social hasta diversas formas de socialismo y anarquismo. Ha sido una influencia importante en el desarrollo de los derechos humanos y el derecho internacional, así como en la promoción de la justicia social, la sostenibilidad ambiental y la paz mundial. A pesar de sus diversas influencias e interpretaciones, el principio fundamental del humanismo sigue siendo el mismo: un compromiso con el valor y el potencial de todos los seres humanos, y la creencia de que tenemos el poder y la responsabilidad de dar forma a nuestras propias vidas y al mundo que nos rodea.
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